Podría decirse que he crecido envuelto en videojuegos. Cuando era un enano ya sentía fascinación por aquellas pantallas llenas de color acompañado de música en 8 bits, mientras mis primos aporreaban los mandos y se gritaban entre ellos lo tramposos que eran. Desde entonces mi interés por el mundo de los videojuego no ha parado de crecer.
Como suele pasarnos a muchos, me costo tiempo y varios intentos descubrir a que me quería dedicar en la vida. Un día llegó a mi conocimiento que se impartían estudios de desarrollo de videojuegos, y ahí vi claro lo que quería hacer con mi futuro, convertir mi pasión en mi profesión.
Han pasado tres años desde que comencé estos estudios y muchas cosas han cambiado. Te vas dando cuenta de que el universo que se abrió ante ti es mucho mas grande de lo que imaginabas, de que trabajar de esto es mas duro de lo que pensabas, y de que dormir una noche entera es un lujo que no siempre te puedes permitir. Llegados a este punto es cuando realmente entiendo que la vocación es imprescindible para vivir de esto, pero pese a todas las complejidades que se presenten en el camino mi ilusión de crear videojuegos sigue intacta.
Hoy me encuentro sumergido en un proyecto para crear un videojuego junto con un grupo de compañeros, un proyecto ambicioso que requiere de nosotros gran dedicación. Afortunadamente contamos con la ayuda que nos dan nuestros profesores, que nos ha sido de gran utilidad para que el videojuego vaya tomando forma, y a través de ellos supimos del Let’s Game, en el que ellos mismos habían participado.
Cuando comenzamos a asistir a este programa de formación comenzamos a ser conscientes de muchos aspectos del desarrollo de videojuegos que desconocíamos hasta entonces. Hemos conocido a expertos en el sector que han ido aportándonos toda su su experiencia y valiosos consejos para ampliar nuestra comprensión y ayudarnos a no estrellarnos. Esto, junto con la contribución de los expertos del CEEI, ha completado nuestra percepción de lo que abarca crear un videojuego, dándonos a conocer ámbitos que no siempre son divertidos, pero sí muy necesarios.
Daniel Santamaría y Pelayo del Valle
Llanera, 12.03.2014