Nuestro proyecto se presentó a Let[dc1]s game sin ser realmente un proyecto. Lo que nosotros teníamos era más bien un plan de marketing, una comunidad existente y un nicho que aparentemente era muy interesante para lanzar un juego casual.

 

El hecho de no tener claro qué género de juego hacer no ha sido un impedimento para sacar partido del programa. En primer lugar, se percibe que conocer gente del sector, y no hablo ya sólo de los expertos si no también de los propios asistentes, es uno de los mejores réditos que podemos obtener de Let[dc1]s Game.

 

Con la visita de cada experto he ido acotando las posibilidades de lo que sería recomendable hacer, y si tuviera que quedarme con una sola idea, sería ésta: no se deben sobredimensionar los proyectos.

 

Es curioso como cada experto aporta su punto de vista, bastante diferente al del resto, guiados evidentemente por su área de expertise y su trayectoria tanto personal como profesional. En muchos casos se solapan las opiniones, en unas áreas más que en otras, pero los diferentes enfoques hay que tomarlos como lo que son. Cada proyecto que se haya presentado a Let[dc1]s Game tendrá que ser capaz de evaluar su propia situación y aderezarla con todos esos consejos que ha ido recibiendo de cada experto.

 

Por otro lado, la dualidad tutoría-sesión de grupo de la que disfrutamos en el programa es todo un acierto. Está claro que si tengo dudas sobre un apartado concreto de mi juego, sabré qué preguntas hacer al experto y seguramente obtenga respuestas muy interesantes. Pero las ideas, dudas y temas que surgen en las sesiones de grupo son igual de últiles y seguramente la mayoría ni se nos pasarían por la cabeza si no surgiesen de forma tan natural en las sesiones grupales.

 

Concluyendo, el programa me parece una iniciativa fantástica, y tampoco quiero olvidarme de mencionar las sesiones con el personal del CEEI, que cumplen una labor también muy importante. Es muy fácil olvidarse de la burocracia cuando tienes en mente hacer algo que te apasiona, como un videojuego.

 

Rodrigo Álvarez

Llanera, 11 de marzo de 2014